JORGE RUFFINELLI: Quiero hacerte una pregunta, pero antes otra cosa preámbula: ¿«La cucaracha soñadora» es un homenaje a Borges?
AUGUSTO MONTERROSO: No se me había ocurrido; pero me gustaría pensar que todo lo que he publicado es un homenaje a Borges.
RUFFINELLI: Esa era precisamente mi pregunta: ¿cómo consideras a Borges?
MONTERROSO: Eso está contestado claramente en un texto de Movimiento perpetuo.
RUFFINELLI: Entonces, parafraseando ese texto, te preguntaré si la lectura de Borges ha sido para ti «benéfica» o «maléfica».
MONTERROSO: Creo que benéfica, porque siempre me di cuenta de que en él había una parte maléfica: su propio brillo. Los que se le acercan demasiado caen achicharrados. Borges es tan él que imitarlo es fácil, y muchos han caído en su trampa. Se explica: es más tentador imitar a Góngora que a Garcilaso, pero más difícil lo segundo. Por otro lado, Borges nos ha enseñado mucho: todo un mundo de literatura, y tras de ese mundo, otros, de rigor, de imaginación. Nos ha enseñado hasta cómo no se debe ser en política, si es que sus declaraciones no son simples bromas de mal gusto. Pero hasta en eso sería primero: el escritor importante de más mal gusto político de América Latina, como para Premio Nobel. Bueno, en este terreno tal vez hay otros, pero aunque quisieran que se les notara, se les nota menos.
AUGUSTO MONTERROSO, Viaje al centro de la fábula, Alfaguara, Madrid, 1999, pág. 46.