Varios sobre Lichtenberg


"Podemos utilizar los escritos de Lichtenberg como la varilla de zahorí más maravillosa: doquiera que él hace una broma, se esconde un problema", dijo el polímata Goethe. Schopenhauer lo valoraba como una autoridad filosófica a la par del griego Teofrasto y el francés Michel de Montaigne, y lo declaró Selbstdenker (pensador independiente). Kant le pasaba su obra para que la revisara. Kierkegaard y Schopenhauer lo citaban a menudo. Para Nietzsche, quien tendía más al desprecio que al aprecio, era el único escritor alemán que "valía la pena leer una y otra vez". Al gigante de la literatura rusa León Tolstói le fascinaba; era uno de los escritores favoritos de Albert Einstein, y Sigmund Freud lo consideraba su predecesor en sus reflexiones sobre el inconsciente y los sueños. "El ingenio de Lichtenberg es la llama que sólo puede arder en una vela pura", declaró el filósofo Wittgenstein.


DALIA VENTURA, "Doy gracias a Dios mil veces por permitirme ser ateo": Lichtenberg, el científico que deslumbró a Goethe, Nietzsche y otros grandes pensadores, BBC, 12 de marzo de 2022, todo el reportaje AQUÍ

Kafka sobre Whitman


El doctor Kafka me regaló un grueso volumen de la editorial Reclam: el libro de poemas Hojas de Hierba del americano Walt Whitman.

Me dijo: 

—La traducción no es muy buena. En algunos pasajes incluso es bastante áspera, pero por lo menos permite formarse una impresión aproximada de este poeta, que es uno de los mayores inspiradores formales de la lírica moderna. Sus versos sin rima pueden considerarse el modelo de los ritmos libres de Arno Holz, Emile Verhaeren y Paul Claudel, así como del poeta checo Stanislav Kostka Neumann, entre otros.

Al oír esto me apresuré a decir que Jaroslav Vrchlicky, que en opinión de la crítica literaria oficial de Praga «le había abierto una ventana al mundo a la literatura checa», hacía años que había traducido al checo las Hojas de hierba, de Walt Whitman, a modo de curioso experimento lingüístico.

—Lo sé —dijo Franz Kafka—. El aspecto formal de las poesías de Walt Whitman ha encontrado un eco extraordinario en todo el mundo. Y eso que en realidad la importancia de Walt Whitman radica en algo muy distinto. Él ha reunido en una vivencia única y embriagadora la contemplación de la naturaleza y la de la civilización, aparentemente tan opuesta a ella, ya que siempre ha sabido percibir la fugacidad de todas las apariencias. Whitman dijo: «La vida es lo poco que queda del morir». Por eso le dedicó todo su corazón a cada brizna de hierba. Así es como me fascinó ya desde muy joven. Yo admiraba la coherencia que había entre su arte y su vida. Cuando en Norteamérica estalló la guerra entre los Estados del Norte y los del Sur, que fue lo primero que hizo poner en movimiento la máxima potencia de nuestro actual mundo mecanizado, Walt Whitman se hizo enfermero. Actuó como hoy en día deberíamos actuar todos nosotros. Ayudó a los débiles, enfermos y vencidos. Él era un verdadero cristiano y por eso sabía medir muy bien la gradación y el valor de la humanidad, lo que le emparentaba íntimamente con nosotros, los judíos.

—Entonces, ¿conoce usted muy bien sus escritos?

—No tanto sus escritos como su vida, ya que ella es, en realidad, su obra principal. Lo que escribió, sus poesías y sus artículos, no son más que los rescoldos que deja la hoguera de una fe activa y vivida con coherencia.


GUSTAV JANOUCH, Conversaciones con Kafka, Destino, Barcelona, 1997, traducción Rosa Sala

Emerson sobre Whitman


Concordia, 21 de julio 1855

Estimado Sr. Walter Whitman:

No estoy ciego ante el valor del maravilloso regalo de "Hojas de hierba". Considero que es la pieza de ingenio y sabiduría más extraordinaria que Estados Unidos ha aportado hasta ahora. Estoy muy feliz al leerlo, ya que un gran poder nos hace felices. Responde a la demanda que siempre hago de lo que parecía la naturaleza estéril y tacaña, como si el exceso de trabajo manual o el exceso de linfa en el temperamento estuvieran engordando y mezquinando nuestro ingenio occidental. Os doy la alegría de vuestro pensamiento libre y valiente. Tengo una gran alegría en ello. Encuentro cosas incomparables dichas incomparablemente bien, como debe ser. Encuentro el coraje del tratamiento que tanto nos deleita y que sólo la gran percepción puede inspirar.

Lo saludo al comienzo de una gran carrera, que sin embargo debe haber tenido un largo primer plano en alguna parte, para tal comienzo. Me froté un poco los ojos, para ver si ese rayo de sol no era una ilusión; pero el sentido sólido del libro es una certeza sobria. Tiene los mejores méritos, a saber, el de fortificar y alentar.

No supe hasta que anoche vi el libro anunciado en un periódico que podía confiar en que el nombre era real y estaba disponible para una oficina de correos. Deseo ver a mi benefactor, y he tenido muchas ganas de cumplir con mis tareas y visitar Nueva York para presentarle mis respetos.

RW Emerson 


RALPH WALDO EMERSON, carta a Walt Whitman incluida en el apéndice de la segunda edición de Hojas de hierba, en 1856, traducción Google Translate

Benet sobre Faulkner


PREGUNTA: ¿Cuál sería un ejemplo importante de revolución en el arte?
JUAN BENET: Faulkner.

PREGUNTA: ¿En qué sentido Faulkner es revolucionario?
JUAN BENET: Por ejemplo, un tema como el monólogo interior, que en Joyce no va más que a la consumación de la forma sin posible desarrollo, en Faulkner es puro pensamiento que se dirige a hacer una introspección mucho más profunda de lo que es el alma. Mientras que Joyce queda en tópicos, en chistes y en juegos de palabras. Y en Faulkner no, y posiblemente estaba tan influido por Freud, el psicoanálisis y las teorías conductistas como Joyce. Y para Faulkner Ulises era un libro de cabecera, como él mismo dijo. Realmente, Joyce puso una máquina-herramienta, pero no hizo un objeto.

PREGUNTA: Al menos puso el fuego en manos de los hombres.
JUAN BENET: Tampoco. Porque el instrumento es el medio. De suerte que lo que queda de Faulkner no son sus innovaciones técnicas, que fueron muchas, sino la profundidad con que escribía. La hondura, el dramatismo y la capacidad para escribir bien. La capacidad para hacer metáfora. No ha habido un hombre que desde Shakespeare haya escrito el inglés con esa riqueza metafórica de Faulkner. Todo eso en Joyce es superficial.


JUAN BENET, Cartografía personal, Cuatro Ediciones, Valladolid, 1997, pág. 132

Nothomb sobre Proust


En busca del tiempo perdido
 es el libro más ambicioso del mundo, aunque no lo parece: lo puedes leer como una historia divertida. Es tan importante para la Historia de la Literatura como lo es la Biblia en la Historia de la Religión. Proust es el mejor escritor del universo. Nos dice que la única religión es la literatura.


AMÉLIE NOTHOMB, recogido por Winston Manrique Sabogal en ‘En busca del tiempo perdido’: donde un detalle contiene el universo, El País, 11 de noviembre de 2013. Todo el artículo AQUÍ 

Saer sobre Dickinson


La poesía de Emily Dickinson ha sido ya ganada por la historia y, desde luego, también por la sociabilidad. Quienes afirman que la poesía puede escribirse con buenos propósitos y una sólida cultura universitaria no dejarán de tratar de explicar la poesía de E. D. con las reglas «externas» con que encasillan a cada poeta que aparece. La tipificación de rigor en este caso —sorprendente que una solterona aislada de Massachusetts, y no muy culta, haya escrito tales poemas— se basa en el determinismo de los medios «cultivados», propensos a considerar al poeta como una especie de imbécil que reuniera irracionalmente palabras que solamente a ellos les está permitido organizar y comprender. La personalidad de E. D. es muy diferente, y su obra nos dice de una lucidez pocas veces vista en la poesía del siglo 19. Es una lucidez que encara la situación particular del poeta en el mundo, en cuanto hombre y en cuanto poeta. Es una lucidez que que describe el ritmo y la entraña real de nuestras vidas y de la vida de la poesía. Debemos, por lo tanto, leer la poesía de E. D. como un testimonio, y como una Poética. No hay más poéticas, por otra parte, que la que emana de la poesía. Gloria, entonces, al silencio lúcido y a la oscuridad, plena de responsabilidades, de Emily Dickinson.


JUAN JOSÉ SAER, Ensayos. Borradores inéditos, 4, Seix Barral, Buenos Aires, 2015

Nietzsche sobre Dostoyevksi


Para el problema que aquí se presenta es de importancia el testimonio de Dostoievski de Dostoievski, el único psicólogo, dicho sea de paso, del que yo he tenido que aprender algo: él es uno de los más bellos golpes de suerte de mi vida, más aún que el descubrimiento de Stendhal. Este hombre profundo, que tenía diez veces derecho a menospreciar a los superficiales alemanes, recibió una impresión muy distinta de la que él mismo aguardaba de los presidiarios de Siberia, en medio de los cuales vivió durante largo tiempo, todos ellos autores de crímenes graves, para los que no había ya ningún camino de vuelta a la sociedad le dieron la impresión, más o menos, de estar tallados de la mejor, más dura y más valiosa madera que llega a crecer en tierra rusa.


FRIEDRICH NIETZSCHE, Crepúsculo de los ídolos, Alianza Editorial, Madrid, 1979, traducción de Andrés Sánchez Pascual

Brown sobre Woolf


La tragedia no consiste en las malas acciones que se cometen contra una persona por lo general buena, sino que es un conflicto irresoluble. Ambos lados/ideas tienen razón. La trama se compone de una realidad fragmentaria y de una realidad compuesta. La realidad fragmentaria es la visión del individuo y la realidad compuesta es la visión de la comunidad o del estado. Ambas realidades siempre se contraponen. Virginia Woolf hizo esto creando monólogos fragmentarios y lo puso de moda en la literatura. Pero ella era un genio. En manos de los que solo tienen talento, el resultado suele ser un galimatías.


RITA MAE BROWN, Starting from Scratch: A Different Kind of Writers' Manual, Bantham, 1989, traducción de Vanessa & Google Translate

Umbral sobre Hugo


EDUARDO MARTÍNEZ RICO: Victor Hugo, que fue en su época una especie de príncipe de los poetas.
FRANCISCO UMBRAL: Sí, es que era muy bueno, y tenía mucho poder, un poder inmenso. De Víctor Hugo nace Rubén Darío. Tenía una potencia creadora enorme, era un gigante. Te voy a contar una anécdota que no sé si te la he contado. Le hicieron un homenaje ya en su vejez, en París, de tipo casi mundial. A él acudieron embajadores de todos los países. Le decían el nombre de cada país y él aludía a una gloria nacional, como Cervantes y Shakespeare para España e Inglaterra. Y él se sabía afortunadamente las glorias nacionales de todos los países que le decían. Pero llegó a Mauritania, o una cosa de ésas, y entra un señor bajito, raro, con fez o con algo parecido: «Mauritania». Y él se queda pensando, y dice: «Mauritania, ¡l’humanité, l’humanité!». Y lo salvó. No tenía ni puta idea de quién había por ahí. Es un gran poeta, un gran novelista. Los miserables es una maravilla de novela, muy superior a Balzac, porque él como poeta tenía un lenguaje que Balzac no tenía. Es una novela deslumbrante. Hace poco la convirtieron en un musical los franceses; un banco la trajo a Madrid y yo estuve en el estreno. La novela la leí en un libro grande que me dejaron, en una edición de principios de siglo, que daba gusto leerlo, con la letra muy grande, porque era como leer en uno de esos libros de los curas, de misa…

EDUARDO MARTÍNEZ RICO: ¿De canto gregoriano?
FRANCISCO UMBRAL: Sí. Joder, qué escritorazo. Era muy poderoso Víctor Hugo. Luego cayó en defectos, escribió demasiado… pero bueno, como cualquiera. Y de él nacen muchas cosas, por ejemplo Rubén Darío. Hay ritmos de Victor Hugo que te los encuentras luego en Rubén.


FRANCISCO UMBRAL, entrevistado por Eduardo Martínez Rico para Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones, Ediciones Foca, Madrid, 2001

Foster Wallace sobre Carver


Carver fue un artista, no un minimalista. Aun cuando supuestamente fue el inventor del minimalismo estadounidense moderno. Las «escuelas» de ficción son para los maquinistas. El fundador de un movimiento nunca es parte del movimiento. Carver utiliza todas esas técnicas y antiestilos que todos los críticos llaman «minimalistas», pero su caso es como el de Joyce, o el de Nabokov, o el de los primeros Barth y Coover: utiliza la innovación formal como medio al servicio de una visión original. Carver inventó –o resucitó, si quieres citar a Hemingway— las técnicas del minimalismo como medio de interpretar un mundo que advirtió que nadie había visto con anterioridad. Un mundo lúgubre, exhausto y vacío y lleno de silencio, de gente maltratada, aunque las técnicas minimalistas que Carver empleó eran perfectas para ello; ellas crearon ese mundo. Y para Carver el minimalismo no era un programa estético rígido al que se adhirió en beneficio propio. La responsabilidad de Carver era para con cada una de sus historias. Y cuando el minimalismo no servía, lo mandaba a paseo. Si reparaba en que a un relato le iría mejor la expansión, y no una ablación, lo expandía, como hizo con «El baño», que después convirtió en un relato infinitamente superior. Simplemente persiguió el clic. Y en algún momento su estilo «minimalista» se puso de moda. Había nacido un movimiento, proclamado y promulgado por los críticos. Y entonces vinieron los maquinistas. Lo que resulta especialmente peligroso de las técnicas de Carver es lo fácil que parece imitarlas. No parece que cada palabra y línea y borrador hayan sido escritos con sangre. Eso es parte de su genio. Parece que pudiera escribirse un texto minimalista sin demasiado esfuerzo. Y se puede. Pero uno bueno no.


DAVID FOSTER WALLACE, entrevista de Larry McCaffery en Review of Contemporary Fiction, verano de 1993, recogida en Conversaciones con David Foster Wallace, Editorial Pálido Fuego, Málaga, 2012, traducción de José Luis Amores Baena

Piglia sobre Lessing


Domingo [15 de septiembre de 1968]

Lo mejor ayer el descubrimiento de Doris Lessing, una escritora lateral, como nosotros. Nació en Sudáfrica, estuvo en el Partido Comunista, tuvo una hija, se separó y se fue sola con ella a Londres. Mira la cultura inglesa al sesgo y escribe desde lo que vamos a llamar aquí una poética de izquierda. Primera categoría: usa muy bien los materiales autobiográficos, se ve a sí misma como un dínamo que recibe rayos múltiples. La protagonista de sus relatos es siempre una aspirante a escritora. De modo que está siempre la tensión entre vivir y escribir. La leí durante horas, como me pasa siempre que descubro a un escritor. Voy a leer todos sus libros. Ahora doy vuelta, como pasa con los «entusiasmos» que no me dejan en paz (pero ¿qué paz?), y me alejo del camino verdadero, para decirlo con los místicos. Está oscuro, afuera, gris. Enfrente, al final de la tarde, public relations avec Mr. R.: veremos películas checas. «La» Lessing se diferencia de Andrés R. y de todos los ex comunistas porque no le echa la culpa a nadie, sólo observa sus reacciones con ironía.


RICARDO PIGLIA, Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices, Anagrama, Barcelona, 2016

Angelou sobre Shakespeare


¿Te imaginas que alguien le dijera a Shakespeare en el siglo XVI: "Escucha, en el siglo XX vas a inspirar a una chica negra de Arkansas que será muda"?


MAYA ANGELOU, fragmento de una entrevista de 1987 recogida en Conversations with Maya Angelou, edited by Jeffrey M. Elliot, University Press of Mississippi, 1989, traducción de Vanessa & Google Translate


NOTA DE LA ADMINISTRADORA: A los ocho años de edad, Maya Angelou fue violada por el entonces novio de su madre. Angelou se lo contó a su hermano, que se lo contó a toda la familia. El violador murió asesinado al de pocos días, probablemente a manos de un familiar de la futura poeta. Angelou sufrió tal conmoción ante este asesinato que se quedó muda durante cinco años, pues se sentía responsable de su muerte.

Pizarnik sobre Proust


Finalizé [sic] el tomo II de En b[usca] del t[iempo] p[erdido] At last! Me ha gustado más el primero. Lo que más admiro en estos libros son los análisis, las descripciones. En el primer tomo llega a ellos de una manera natural, continua, deslizante. En cambio, en el II, parecen provocados. Los episodios son móviles para llegar a esos admirables y espesos exámenes. A pesar de esto, ¡qué maravillosos libros! 


ALEJANDRA PIZARNIK, fragmento del 21 de julio de 1955 incluido en sus Diarios, Lumen, Barcelona, 2013, edición de Ana Becciú

Eliot sobre Barnes


Creo que ésta puede ser nuestra última oportunidad de hacer algo importante por la literatura imaginativa. Esta escritora es alguien a quien le ha ocurrido algo que nos ocurre a muy pocos (porque no queremos): ha descubierto su propio dolor, lo ha identificado y le ha dado una palmada en el hombro […]. Es una pesadumbre mucho más honda que las vicisitudes personales, claro, pero es el dolor de la vida, el gusano que ningún agente de este mundo puede exterminar. Y en cuanto al estilo, posee lo que yo considero la verdadera prueba de fuerza, que consiste en que me veo luchando nada más leerlo para no imitarlo; y muy pocos escritores ejercen esa influencia.


T. S. ELIOT, carta a Geoffrey Faber sobre El bosque de la noche recogida por Phillip Herring en Djuna Barnes, Circe, Barcelona, 1997, traducción de Ángela Pérez

Woody Allen sobre Szymborska


Estoy seguro de que un encuentro conmigo la desilusionaría, porque soy interesante sólo a distancia. Leo y releo todo lo que ha escrito. Me consideran un hombre con sentido del humor, pero el suyo supera el mío. Ella ejerce una influencia enorme en el nivel de mi alegría de vivir. Encaja a la perfección con mi definición de artista profunda y detallista, pero que al mismo tiempo es consciente de que su papel es divertir al lector. Y lo hace. Me siento honrado porque sepa de mi existencia.


WOODY ALLEN, recogido por ANNA BIKONT y JOANNA SZCZĘSNA en Trastos, recuerdos, Pre-Textos, Valencia, 2015, traducción de Elzbieta Bortkiewicz y Ester Quirós

Cernuda sobre Góngora


Mientras la lengua española exista, el nombre de Góngora quedará, a gusto de unos y a pesar de otros, como el del escritor que más espléndidamente supo manejarla. Si se me preguntara quién es para mí el primer escritor español, yo respondería: Góngora. Y no hablo ahora del poeta, sino sólo del hombre que a tal punto de perfección inmarcesible y de gusto exquisito supo llevar nuestra diaria palabra, esa misma que rueda oscuramente en labios de intelectuales pedantes con lentes y tecnicismos, de burgueses suficientes erigidos en árbitros de la vida y del pueblo tosco e ignorante. Labios todos que sin excepción se han vuelto siempre contra Góngora para tacharle de oscuro, de afectado y de mal gusto, él, claro como un diamante, como él natural y hermoso.


LUIS CERNUDA, Góngora y el gongorismo (1937)Prosa II. Volumen III, Siruela, Madrid, 1994

Canetti sobre Goethe


Si a pesar de todo vivo se lo debo a Goethe, como solo a un dios puede debérsele algo. No es una de sus obras, es el clima sentimental y el cuidado y la minuciosidad de una existencia llena lo que de repente me subyugó. Da igual por dónde lo abra, puedo leer aquí unos poemas, allí unas cartas o algunas páginas de un relato; a las pocas frases se apodera de mí y me llena de una esperanza que ninguna religión puede darme. […] Desde que leo a Goethe, todas mis empresas me parecen legítimas y naturales; no es que sean sus empresas, son otras, y es muy dudoso que puedan conducir a algún resultado concreto. Pero él me autoriza: ¡haz lo que tengas que hacer –dice–, aunque no sea nada arrebatado y ardiente, respira, observa, medita!


ELIAS CANETTI, recogido por Martin Bollacher en el prólogo a Historia de una vida. Obras completas II, Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores, Barcelona, 2003, traducción de Adan Kovacsics

Gide sobre Hammet


16 de marzo de 1943

Leído con vivísimo interés (y por qué no atreverme a decir: con admiración) The Maltese Falcon de Dashiell Hammet, del que ya había leído, pero en traducción, la sorprendente Cosecha roja, el verano pasado, muy superior al Falcon, al Thin Man y a una cuarta novela, manifiestamente escrita por encargo y cuyo título no recuerdo en este momento. En lengua inglesa, o al menos americana, numerosas sutilezas de los diálogos se me escapaban; pero en la Cosecha roja, esos diálogos, conducidos de mano maestra, darían una lección a Hemingway y al mismo Faulkner; y todo el relato lo lleva con una habilidad, un cinismo implacables… Es, en ese género muy particular, lo más notable que he leído, me parece. Tendría curiosidad por leer la inencontrable Llave de cristal que me recomendaba tan calurosamente Malraux. 


ANDRÉ GIDE, Diario, ABC, S.L., 2004, traducción de Laura Freixas

García Márquez sobre Neruda


Conocí a Neruda en 1959, cuando cayó Pérez Jiménez. Él estaba en Caracas y yo fui a visitarlo. Yo era periodista, pero ahora que caigo en la cuenta, ¡lo admiraba tanto que no fui capaz de hacerle un reportaje, carajo! Ahora me doy cuenta...

Desde entonces, siempre he creído que Pablo Neruda es el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas. Tanto, que habiéndose metido en un callejón difícil —su poesía política, poesía de guerra— había siempre una gran poesía en todo lo que escribía. Era una especie de rey Midas: todo lo que tocaba lo convertía en poesía.


GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, fragmento publicado en 1973 en la revista Cromos, recogido por El espectador en Gabriel García Márquez evoca a Pablo Neruda, 19 de abril de 2014. Todo el artículo AQUÍ

Woolf sobre Mansfield


Los más distinguidos autores de relatos que hay en Inglaterra están de acuerdo, señala Murry, en que como autora de relatos Katherine Mansfield se halla hors concours. Nadie ha sido capaz de sucederla, y no hay crítico que haya sabido definir en qué consiste su inigualable calidad.


VIRGINIA WOOLF, Horas en una biblioteca, El Aleph Editores, Barcelona, 2005, traducción de Miguel Martínez-Lage