Estimado Sr. Miller:
Acabo de leer Trópico de Cáncer y siento que me gustaría escribirle unas líneas al respecto. Me da la impresión de que es la única obra de escala realmente viril de la que pueda alardear este siglo. Es un triunfo total desde el arranque; y no sólo representa una llamada de atención literaria y artística para todos, sino que realmente pone en el papel la sangre y las vísceras de nuestro tiempo. Nunca he leído nada igual. No me imaginé que pudiera escribirse algo así; y sin embargo, curiosamente, al leerlo me pareció reconocerlo como algo para lo que sabía que todos estábamos preparados. Estaba listo el espacio para ese libro. Trópico de Cáncer se abre paso a una nueva vida que ha recuperado sus agallas. Ante él los elogios se convierten en un lugar común, así que, por amor de Dios, no me eche en cara que esto suene como los graznidos de un viejo reseñador o como un anuncio de crema facial. Sabe Dios que sopeso lo mejor posible las palabras pero el condenado libro ha estremecido las básculas como un terremoto y ha confundido mis habituales pesas y medidas. Me encantan sus agallas. Me encanta ver diezmados los cánones de la emoción oblicua y mezquina, ver cubiertos de estiércol los caprichos y las batallas de sus contemporáneos, de Eliot a Joyce. Que Dios nos dé a los jóvenes el valor de plantar encima margaritas y concluir esa tarea.
Trópico es algo que han tratado de hacer desde la guerra. Es la versión final de todos esos bosquejos debiluchos y borrosos: Chatterley, Ulysses, Tarr, etc. No sólo va hacia atrás sino que también (cosa que ninguno de ellos ha hecho) va hacia adelante.
Encontró por fin cómo salir de las letrinas. Es gracioso que nadie haya pensado en salir de ellas por el excusado, junto con el agua, en lugar de apiñarse en la puerta. Saludo a Trópico como el libro de mi generación. Está hecho a la medida del hombre, y se ubica directamente entre esos libros (y son muy pocos) que los hombres han hecho desde sus propias entrañas. Dios me perdone, esto suena pomposo, pero ¿qué se puede decir?
¡Abajo los rahuistas! ¡Salud al flujo irreprimible!
Sinceramente,
Lawrence Durrell
DURRELL - MILLER, Cartas 1935-1980, compiladas por Ian S. Macniven, Siglo XXI Editores, México DF, 1993, traducción de Victoria Schussheim, pág. 16.