Tennessee Williams sobre Jane Bowles


Llegamos a Gibraltar y allí conocimos a Jane Bowles, la esposa de Paul, a quien considero la mayor figura que ha dado la novelística norteamericana. Es probable que juzguen ustedes disparatada tal opinión, pero no tengo más remedio que sustentarla. Toda su obra respiraba una sensibilidad incomparable, que yo encuentro aún más conmovedora que la de Carson McCullers. Y era una chiquilla encantadora, rebosante de humorismo y afecto y que sufría unos curiosos y enternecedores accesos de pánico, que yo tomé al principio por puro teatro, pero cuya total autenticidad descubrí bien pronto. Y no es que quiera dar a entender, dios me libre, que el teatro no es auténtico en ocasiones.

A su muerte, ocurrida, tras una larga enfermedad, en un convento-hospital de Málaga, España, en 1973, Jane Bowles dejó un enorme vacío en la vida de cuantos tuvieron la dicha de conocerla. Sus obras completas, cuando aparecieron en un único volumen hace cosa de siete años, comprendían una novela de incomparable calidad, The Serious Ladies, una colección de cuentos breves como no los ha escrito de semejante sensibilidad otro autor de su época, y una pieza de teatro curiosamente estimada por debajo de sus méritos: In the Summer House. Tuve la fortuna de ver esa obra en su estreno en Estados Unidos, en el University Theatre de Ann Arbor, Michigan, protagonizada por la desaparecida Miriam Hopkins, que ofreció una soberbia actuación.


TENNESSEE WILLIAMS, Memorias, Bruguera, Barcelona, 1985, traducción de Antonio Samons, pág. 222.