Chirbes sobre Galdós


Para iniciar a los jóvenes en el gusto literario y en el conocimiento de la historia, en el estudio de la difícil relación de las palabras con los hechos, nada como los Episodios nacionales de Galdós, que me da la impresión de que ya no se leen en ningún colegio. También a los mayores nos conviene leerlos y releerlos. Qué maestro de la narrativa. Cómo consigue que fluya todo como agua, que lo complejo parezca fácil; con qué habilidad pone lo más escabroso en un vaso limpio y nos lo ofrece como un agua fresca y lustral que bebemos ávidos. Estas divagaciones vienen a cuento de Aita Tettauen: en unas pocas líneas es capaz de transmitirnos la emoción ante las vidas humanas en peligro o perdidas y el odio por la guerra, sin atisbo de sermón. Le bastan unos cuantos párrafos para engatusarte con ese mundo poblado de héroes en que parece haberse convertido España y bajarte de golpe a la realidad, lección seguramente aprendida en Cervantes. Todo lo grandilocuente, lo noble, lo heroico, lo derriba; los que parecen grandes hombres se convierten en hojas secas, seres cuya palabrería encubre el horror y el juego mezquino de los intereses. Héroes son los otros, los ciudadanos anónimos que han abandonado sus oficios para ser llevados a la fuerza a la guerra. Unos cuantos años antes de que Kraus escribiera en la 1GM acerca del papel siniestro de las palabras en la carnicería, Galdós ya nos lo había contado con una sencillez estremecedora.


RAFAEL CHIRBES, fragmento del 17 de febrero de 2007 incluido en Diarios: A ratos perdidos, 5, Anagrama, Barcelona, 2023.