Cierto paso de vuestra carta me mueve a hablaros de mi intimidad con Goethe, que considero como el suceso más dichoso de toda mi vida. Tengo la íntima convicción de que ningún otro poeta se acerca, ni de lejos, a la profundidad y delicadeza de su sentimiento y sinceridad... De Shakespeare acá no dotó a nadie la Naturaleza con liberalidad semejante. Y aparte esos dones recibidos de la Naturaleza, él mismo se dotó de otros merced a su incansable investigar y estudiar. Prodigándose sin reservas durante veinte años, ha laborado afanoso por penetrar en los secretos de la Naturaleza, y lo ha conseguido. Ha recogido los resultados más principales sobre la naturaleza física del hombre. Avanzando con calma por los solitarios caminos que él mismo se abriera, ha llegado a los descubrimientos de que tanto blasonan hoy las ciencias naturales. En óptica, solo el futuro podrá apreciar en su justo valor sus descubrimientos , pues ha demostrado lo que hay de falso en la teoría de los colores de Newton; como viva lo bastante para terminar esa obra, podrá considerarse esa cuestión definitivamente resuelta. Sobre magnetismo y electricidad tiene también ideas tan bellas como originales. Lo mismo puede decirse acerca de su criterio en materia de arte plástica, y los artistas que lo escuchen podrán aprender mucho de él. ¿Quién, pues, entre todos los poetas está bastante versado en esas disciplinas para poder medirse ni aun de lejos con él?
FRIEDRICH SCHILLER, carta a la condesa von Schimmelmann en 1800, recogida en Goethe: una biografía, de Rafael Cansinos Assens, Valdemar, Madrid, 1999, págs. 352-354.