Jiménez sobre Guillén


De qué ave enjaulada se ha sacado esa pluma dura, inquebrable, de hierro frío y oro, no lo sé. Pero es el caso que él se la ha buscado y que, como a uno que le ha tocado el premio gordo, de la noche a la mañana se nos ha aparecido compitiendo con los más ricos maestros del estilo.

¿Demasiada perfección para su juventud? Pero el jiro será a la inversa. En vez de ir apretando, como casi todos, de fácil a difícil, de abierto a cerrado, él se irá cansando de tal carga primera y abrirá su mano para dejar en más libertad -en libertad suya, con tallo y espinas- a la rosa.

Mientras tanto, estas flores vaciadas en estrellas con que nos deslumbra, tachonado con ellas el firmamento amplio de la primavera, van cayendo en la vitrina de nuestra alma con la calidad de su rara jeografía de prisma en esfera. Son munditos que, en vez de volar, como pompas de jabón, como vilanos, caen, como aerolitos y quedan enquistados, con permanencia y exactitud, para siempre.


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Españoles de tres mundos, Alianza Editorial, Madrid, 1987, pág. 194.