Benedetti sobre Lezama Lima


Es claro que en esa cultura vivida los ingredientes son universales, y Lezama cita con la misma familiaridad las teogonías de Valmiki que la batalla de Rocroix, el Diario de Martí que el Tao Te King; y sin embargo su manera de encarar y asumir ese ecuménico referenciario, nunca deja de ser cubana. Cortázar ha anotado: "Lezama no se siente culpable de ninguna tradición directa. Las asume todas...; él es un cubano con un mero puñado de cultura propia a la espalda, y el resto es conocimiento puro y libre, no responsabilidad de carrera". El mismo Vitier ha dicho de Lezama: "Es el único entre nosotros que puede organizar el discurso como una cacería medieval". Aunque pienso que Vitier se refiere al discurso en cuanto a oración, solo quien haya escuchado alguna vez una conferencia de Lezama puede testimoniar, también en esta acepción, la exactitud de lo afirmado. En una cacería medieval, ¿a quién le importaba el animal cazado? Lo espléndido era el espectáculo, el alarde de la cacería. En una conferencia de Lezama ¿a quién le importa el tema? Lo espléndido es asistir a la organización de sus metáforas, de sus series verbales, de sus palabras-imágenes. La primera vez que lo escuché, allá por 1968, estuve hipnotizado durante una hora: iba de estupor en estupor frente al chisporroteo imaginero de aquel voluminoso y disneico orador. Pero al finalizar la conferencia no habría podido decir honradamente cuál había sido el tema. Recordaba fulgores, estallidos, efectos, inéditos acoplamientos de palabras, pero imposible recordar en qué campo temático se inscribían. Quizá por eso nunca pude leer Paradiso con delectación, al menos como novela, y en cambio puedo disfrutar de la mayoría de sus poemas, aunque sea a prudencial distancia.


MARIO BENEDETTI, fragmento de Lezama Lima, más allá de los malentendidos, artículo de 1976 recogido en El ejercicio del criterio, Alfaguara, 1995, Madrid, pág. 244.