Pitol sobre Dickens


Dickens está en un lugar preferente del altar de mis héroes. Probablemente lo leí de niño, en algunas ediciones simplificadas. En sus libros se mueve un ejército de niños parias, niños huérfanos perdidos o abandonados, niños maltratados por padrastros o parientes inhumanos, niños encarcelados, niños obligados por verdugos a llevar una vida criminal, rescatados por unos ancianos o ancianas encantadores, que son por lo común personajes maravillosos, generosos, cargados de rarezas y manías afectuosas. Yo era un niño que a los cuatro años perdió a sus padres, casi siempre enfermo, cuidado por una abuela magnífica, y aunque estuviera muy bien tratado, me sentía muy ligado a aquellos niños desesperados creados por Dickens. Ya en la adolescencia leí de nuevo las novelas en las ediciones de Aguilar, la primera que leí hace cincuenta y tantos años fue Grandes esperanzas, y desde entonces no la olvido.


SERGIO PITOL, fragmento de Todo está en todo. Diálogo con Carlos Monsiváis, incluido en Una autobiografía soterrada, Anagrama, Barcelona, 2011, pág. 133.