Tolstói sobre Dostoyevski


Cómo me gustaría tener la capacidad de decir todo lo que siento por Dostoievski. Cuando usted describe sus sentimientos describe en parte los míos. Nunca vi a este hombre y nunca tuve una relación personal con él, y de pronto, cuando murió, entendí que para mí era el más cercano, el más querido, el más necesario de los seres humanos. Yo fui literato y todos los literatos son vanidosos, envidiosos, en todo caso así fui yo como literato. Y jamás se me ocurrió medirme con él, jamás. Todo lo que él hacía (lo bueno, lo auténtico que hacía) era de tal magnitud que cuanto más hiciese, mejor era para mí. El arte suele despertar en mí la envidia, la inteligencia también, pero lo que tiene que ver con el corazón sólo suscita júbilo. Para mí era un amigo y siempre pensé que un día u otro nos encontraríamos, y que yo tenía la culpa de que aún no nos conociéramos. Y de pronto, a la hora de comer, -estaba yo comiendo solo, llegué tarde- leí: murió. Fue como si se desplomara algo en lo que yo me apoyaba. Me sentí muy desconcertado, y de pronto entendí hasta qué punto me era querido, y lloré, aún ahora lloro.

Unos días antes de su muerte leí Humillados y ofendidos y me emocionó.

Sabía instintivamente, que el sentimiento en los funerales sería auténtico, por más que los periódicos lo llenaran de mierda.


LEV TOLSTÓI, carta a Nikolái Nikoláievich Strájov, febrero de 1881, Correspondencia, Acantilado, Barcelona, 2008, pág. 415. Traducción de Selma Ancira.