RICARDO PIGLIA: En mi caso, Arlt fue importante porque a los veinte años probó que en este país se podía escribir, que se podían hacer esas cosas.
JUAN JOSÉ SAER: Arlt probó que cualquiera podía escribir. Hasta Roberto Arlt, sólo podían hacerlo aquellos que pertenecían a cierta clase social. Incluso en el caso de Sarmiento, con una identidad nacional muy arraigada. Arlt es hijo de inmigrantes, es hijo de analfabetos, no ha hecho estudios, tiene faltas de ortografía. Es el anti-Borges, por supuesto, pero también es el anti-Sarmiento. Y sin embargo esa literatura aparece, y para mí Arlt es un clásico en el mismo plano que lo es Borges. Y no me importa que Borges haya sido reconocido en el extranjero y Arlt no. Yo no comparo a los escritores por sus logros sino por la fuerza, el impacto en la identidad de cada uno. En sus grandes momentos, tanto Borges como Arlt son únicos e insustituibles en su literatura. He vuelto a leer muchos textos de Arlt, y últimamente El jorobadito, que me parece su mejor libro.
RICARDO PIGLIA: Arlt quebró con la idea de que había una manera de escribir bien el español. Arlt es la antítesis de eso y por eso tuvo que cargar sobre sí la infamia de que no sabía escribir o de que escribía mal en el sentimiento moral de la expresión.
SILVIA HOPENHAYN: ¿Lo que ustedes reivindican es el corte o el camino que eligió Arlt?
RICARDO PIGLIA: Es el primero que hace con la novela algo que nadie había hecho. A partir de él se pueden escribir novelas, del mismo modo que a partir del Martín Fierro se pueden escribir algunos poemas. Los que queríamos hacer novelas lo teníamos a Arlt, y es muy bueno tener en la tradición propia ese tipo de escritores. Es muy bueno ser norteamericano y tenerlo a Faulkner. Tanto uno como otro permiten definir poéticas cuando uno no tiene todavía una obra para definir.
RICARDO PIGLIA, Por un relato futuro: Conversaciones con Juan José Saer, Anagrama, Barcelona, 2015, págs. 50-51.