Bloom sobre Lorca


Como Shelley, Lorca es el poeta del deseo y de sus límites. Pero Shelley era un intelectual escéptico y, en últimas, quizás más un italiano que un inglés. En cambio Lorca, a pesar de sus estadías en Estados Unidos y en Cuba, nunca dejó de ser el poeta arquetípico de Andalucía, con su compleja cultura, mezcla de cristiano, moro, judío y gitano.

Lorca es muchos poetas al tiempo: el cantor del Romancero gitano, el dramaturgo trágico de Yerma y de Bodas de sangre, el surrealista hiperbólico de Poeta en Nueva York, el elegiaco cuasimoro del Diván del Tamarit. Lorca fue asesinado por los fascistas a los 38 y, como Crane, los poemas perdidos obsesionan a sus admiradores.

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Se recuerda a García Lorca por ser uno de los principales poetas líricos y con­templativos del siglo xx, par de Móntale, Yeats, Valéry, Rilke, Stevens, Pessoa, Hart Crane, Eliot, Trakl, Mandelstam, Celan, Alberti, Cernuda, Frost, Ajmátova, Tsvetayena, Ekelóf, Cavafis. Cité 18, más o menos al azar: quizás ninguno de ellos fue tan prodigiosamente talentoso como García Lorca, asesinado a los 38, y Crane, que se ahogó a los 32. Lorca y Crane coincidieron una vez en un bar en Nueva York, pero ambos estaban demasiado ocupados con el marinero que tenían al lado para fijarse en el otro.


HAROLD BLOOM, Genios, Anagrama, Barcelona, 2005, traducción de Margarita Valencia Vargas, págs. 719-721.