Creo que habrás oído hablar de Colette, es la única escritora auténticamente grande que hay en Francia, una escritora realmente buena. En su juventud fue una mujer bellísima, que bailó en los teatros, se acostó con muchos hombres, escribió novelas pornográficas primero y buenas novelas después. Adoraba el campo, las flores, los animales y hacer el amor, y también adoraba la sofisticación; se acostó también con mujeres. Le gustaba la buena mesa y el buen vino, en fin, adoraba las cosas buenas de la vida, y habló maravillosamente de todo ello. Ahora tiene 75 años, y aún conserva unos ojos fascinantes y una cara triangular y gatuna; está muy gorda y un poco sorda, pero sabe contar historias, y sabe reírse y sonreír de una forma inimaginable en una mujer más joven y más bella. Se pasó toda la noche hablando con Cocteau del barrio en que viven los dos, el Palais-Royal, que es sin duda uno de los mejores barrios de París. Describieron cómo viven allí las viejas putas, las tiendecitas, los cafetines, la gente del barrio, y lo hicieron con tanta humanidad y con tanto sentido del humor que todos los escuchamos fascinados. Espero volver a verla. A través de sus libros me enamoré de ella cuando era una jovencita, de modo que para mí fue muy importante estar con ella. No deja de ser extraña una mujer ya anciana que ha vivido tanto, tan febrilmente y con tanta libertad, pues es mucho lo que sabe y ya no le importa nada: para ella, todo ha terminado.
SIMONE DE BEAUVOIR, carta enviada el 7 de marzo de 1948 a Nelson Algren, recogida en Cartas a Nelson Algren, Lumen, Barcelona, 1997, traducción de Miguel Martínez-Lage, pág. 208.