Antes hablábamos de los escritores que podían considerarse centrales en la experiencia de cada uno; en mi caso, un escritor que ha sido fundamental es Bertolt Brecht. Para mí Bertolt Brecht es básicamente alguien capaz de hacer un trabajo paralelo como poeta, como autor teatral o como narrador. Brecht abre camino a un tipo de reflexión sobre la literatura distinto a la reflexión sobre la literatura que encontramos en la gran tradición crítica. Habría, entonces, una tradición de historiadores de la literatura, de críticos de la literatura, de teóricos de la literatura, que desarrollan un tipo particular de periodización, de historización. Y luego otra tradición, y otra historia, que se bifurca o escinde de esa tradición central, menos definida o menos estudiada, que tiene que ver con la manera en que los escritores, a menudo de una manera tangencial a su trabajo central, en ensayos que a veces aparecen en los diarios, en cartas, en distintos tipos de intervenciones, han pensado la literatura desde una óptica diferente, desde el lugar del que escribe. Es un espacio importantísimo de reflexión sobre la literatura, otra tradición, la tradición de lectura de los escritores. Esto supone que la literatura está pensada en términos de construcción más que de interpretación, en términos de cómo se construyen los textos más que de cómo se interpretan. Lo que uno encuentra en los ensayos de Brecht o Valéry, en los ensayos de Borges mismo, son ciertas reflexiones sobre el problema de construcción de los textos, mientras que en la historia de la crítica lo que uno encuentra son interpretaciones y luchas de interpretaciones.
RICARDO PIGLIA, Por un relato futuro: Conversaciones con Juan José Saer, Anagrama, Barcelona, 2015, págs. 71 y 72.