He leído el teatro de Goethe y un tomo de su Correspondencia, y me han dado una impresión de superioridad enorme.
La lucidez y continuidad de la inteligencia de este hombre son maravillosas. Ni en su inteligencia ni en su voluntad hay eclipses ni confusiones. Siempre parece ecuánime, siempre curioso por todo, siempre capaz de comprender las cosas más diversas.
Tanto como su inteligencia y sus obras se puede admirar en el poeta su vida. Goethe convivió con los hombres más ilustres de su tiempo, y no sólo convivió con ellos, sino que los comprendió.
Esto es lo que más envidia me causa. ¡No vivir entre brutos! Qué pocos tendrán esa dicha.
PÍO BAROJA, Opiniones y paradojas, Tusquets, Barcelona, 2000, selección de Miguel Sánchez-Ostiz, pág. 114.