Fuentes sobre Coetzee


De su recorrido turístico por la costa, regresa Coetzee a su Sudáfrica nativa cargado de estas opciones contradictorias, más una: ser sudafricano de origen boer y lengua holandesa que escribe en inglés. Mas acaso sea esta suma de tensiones lo que hace de Coetzee un escritor tan poderoso. El novelista mexicano Juan Villoro lo resumía en su brillante presentación de Coetzee en México: estamos ante un autor que escribe novelas que se discuten a sí mismas.

La vida y tiempo de Michel K., como el gran poema de Goethe y el gran cuento de Rulfo que es como el espectro mexicano (“¿No oyes ladrar los perros?”) del poema alemán “Rey de los olmos”, narra el sacrificio de una solidaridad de sangre: cargar al niño enfermo en Goethe y Rulfo, cargar a la madre enferma en el caso de Coetzee. La peregrinación piadosa de Coetzee atraviesa un mundo devastado, un mar de bocas hambrientas, un dolor oscuramente conectado, para siempre con el futuro. Tenemos una fiera adentro. Sólo podemos silenciarla con hambre.

Esperando a los bárbaros es una de las grandes novelas políticas de nuestro tiempo. El Magistrado todopoderoso de una pequeña población sirve con fidelidad al Imperio. Pero cuando el Imperio rompe la soledad del Magistrado, éste se une a su grey, a las víctimas de lo mismo que ha representado. En ello le irá la libertad y la vida.

Foe es una obra maestra incomparable. No se puede contar sin estropear su misterio. Baste señalar que la narradora es una mujer, Susan Barto, que sobrevive a un naufragio y se encuentra en una isla desierta con Robinson y su esclavo mudo, Viernes. Es ella quien le lleva la historia del amo y el sirviente al escritor inglés Foe, cuya traición literaria ilustra, no sólo la crueldad y el orgullo del artista, servidor de una verdad superior, sino la viva encarnación del dilema Viernes-Robinson: ¿nos aman nuestras sombras?

La desgracia culmina (por ahora) el maravilloso periplo narrativo de J.M. Coetzee. De vuelta en su Sudáfrica nativa, concentra en esta novela todas las tensiones de escritura y oralidad al nivel más terreno de la sexualidad y la violencia. ¿Qué son la sexualidad y la violencia del narrador y protagonista, David Kurie, obligado a renunciar a su cátedra por haber sostenido relaciones sexuales con una estudiante? Refugiado en el aislado veldt donde su hija Lucy cría y protege perros, Kurie debe enfrentarse a una violencia más brutal que la de las ciudades y a un silencio peor que el de cualquier censura académica o política.

Yo no sé si el Premio Nobel de Literatura, que ha tenido tantos aciertos como errores, recaerá un día en J. M. Coetzee. Lo merece sobradamente. Pero a la calidad de su obra le sobra todo premio.


CARLOS FUENTES, Desgracia y fortuna de J. M. Coetzee, ABC, 3 de junio de 2000, pág. 26.