Leyendo las cartas de Kafka nadie podría imaginar que una guerra asolaba Francia y el este de Europa. En el Ulises no se menciona la guerra para nada, y se escribió en las peores horas de la Primera Guerra Mundial. Proust sí lo hizo, pero fue porque asumió la tarea de historiador de la vida francesa. Él supo combinar el aspecto estético con el histórico. Eso no ocurre con frecuencia. Son muy pocos los escritores que logran establecer un equilibrio, porque deben crear unas condiciones estéticas especiales en las que solo cabe la cantidad precisa de actualidad que su arte es capaz de asimilar. Y nos encontramos con que el asunto Dreyfus y la guerra no acaban con Proust; es él quien los domina estéticamente. Grandioso.
SAUL BELLOW, entrevistado en 1990 por Keith Bostford para la revista Bostonia, recogido en Todo cuenta, Random House Mondadori, Barcelona, 2007, traducción de Benito Gómez Ibáñez.