Brodsky sobre Solzhenitsin


SVEN BIRKERTS: ¿Estaba familiarizado con Solzhenitsin en aquel tiempo?
JOSEPH BRODSKY: En aquel tiempo, a Solzhenitsin no lo conocían ni en su casa a la hora de comer. No oí su nombre hasta más tarde. Cuando salió Un día en la vida de Iván Denísovich lo leí inmediatamente. Volviendo a Ajmátova, recuerdo una tertulia en la que un amigo mío dijo: "A mí no me gusta ese libro", y Ajmátova le espetó: "¿Qué clase de comentario es ese? Con ese libro no se trata de si te gusta o te deja de gustar. La cuestión es que deberían leerlo doscientos millones de rusos". Y ésa era la verdad. Durante la segunda mitad de los sesenta seguí muy de cerca lo que iba publicando Solzhenitsin. Hacia 1971 había cinco o seis libros suyos circulando en forma de manuscrito. Archipiélago Gulag todavía no se había publicado. Agosto de 1914 apareció por aquella época, al igual que sus poemas en prosa, que a mí no me gustaron en absoluto. Pero no es un autor a quien admiremos por su poesía, ¿verdad?

SVEN BIRKERTS: ¿Ha tenido la ocasión de conocerlo personalmente?
JOSEPH BRODSKY: No, tuvimos un intercambio por correo... Yo lo considero el Homero del poder soviético. Lo que ha conseguido revelar, el hecho de haber puesto el mundo un poco patas arriba...

SVEN BIRKERTS: En la medida en que una sola persona sea capaz de hacer algo...
JOSEPH BRODSKY: Sí, bueno, pero también hay que pensar en los millones de muertos a los que representa. El poder simbólico de un superviviente crece de manera exponencial. No es solo el, sino todos ellos.


JOSEPH BRODSKY, entrevista de Sven Birkerts en 1982 para The Paris Review, recogida en The Paris Review: Entrevistas (1953-1983), Acantilado, Barcelona, 2020, traducción de María Belmonte, Javier Calvo, Gonzalo Fernández Gómez y Francisco López Martín, págs. 1199 y 1200.